Si has escuchado mi último podcast, “Ya no tengo fecha de caducidad”, ya sabrás que me han contratado fija en la empresa de mis sueños. Sí, sí, yo aún no me lo creo tampoco. Y aunque lo de tener contrato indefinido suena muy adulto, lo cierto es que lo que más me ha hecho sentir mayor de verdad ha sido empezar a interesarme por las finanzas.
Sí, finanzas. Esa palabra que antes asociaba con hombres trajeados, Excel con fórmulas que dan miedo y vídeos de YouTube en los que un chico te dice que si no inviertes a los 20 estás condenada a ser pobre para siempre.
El punto de inflexión para hacer este post fue un podcast. Estaban hablando sobre dinero y, de pronto, alguien suelta:
—Lo cierto es que los hombres entienden más de finanzas que las mujeres.
Y lo peor: por un segundo me lo creí. Pensé “pues igual tienen razón, porque yo de esto no tengo ni idea”.
Pero me duró poco. Porque si algo me ha enseñado crecer es que no saber algo no significa que no puedas aprenderlo. Así que me puse a ello. Libretas, podcasts, vídeos, apps, hilos de Twitter... Una fase autodidacta intensa, vamos. Y de ahí nace este post.
¿Por qué nadie nos enseñó esto antes?
Porque históricamente se nos ha enseñado a ahorrar pero no a gestionar. Se nos ha dicho: "no gastes", "sé previsora", "lleva el monedero cerrado". Pero nadie nos ha explicado cómo crear riqueza, cómo invertir, cómo tomar decisiones con cabeza. A los chicos, en cambio, desde pequeños les hablan de negocios, riesgo, ambición.
Pues se acabó. Es hora de que empecemos a tratarnos como las adultas capaces que somos. Y eso empieza por saber cuánto entra, cuánto sale y qué hacemos con ese dinero entre medias.
El punto de partida: el presupuesto
Aquí llega el famoso método 50/30/20. Pero antes de que te dé pereza, respira. No es una regla fija, es solo una idea base que puedes adaptar a tu vida.
¿En qué consiste?
50% de tus ingresos se destinan a necesidades básicas: alquiler, comida, transporte.
30% a deseos y ocio: caprichos, ropa, cafés, cenas.
20% a ahorro o inversión: lo que guardas para tu yo del futuro.
¿Problema? Que muchas veces esta proporción no nos encaja. Porque igual tú vives con tus padres y no tienes gastos fijos. O todo lo contrario: se te va el 70% solo en el alquiler.
Entonces aquí va la versión flexible:
No tiene sentido seguir el método 50/30/20 al pie de la letra si tu situación no encaja ni con calzador. Por ejemplo, yo ahora mismo ahorro un 60%, uso un 30% para ocio y apenas un 10% en gastos fijos. Eso es porque estoy pensando en independizarme y quiero reformar un piso, así que mi prioridad es ahorrar todo lo que puedo. Como aún vivo con mis padres, mis únicos gastos fijos son suscripciones que se renuevan solas cada mes (y que probablemente debería revisar algún día, pero bueno, otro tema).
La idea es esa: adaptar el método a tu realidad. Porque no es lo mismo tener que pagar un alquiler que seguir comiendo tuppers de tus padres.
Cómo ahorrar sin sentir que es un castigo
Método 1: El ahorro automático (mi favorito)
La idea es sencilla: cada vez que cobres, aparta una parte directamente a otra cuenta. Que se vaya solita, como si fuera una factura más. ¿Cuánto? Lo que puedas. ¿10€? Bien. ¿50€? Mejor. ¿150€? Bueno, bueno, cuidado que te nos jubilas a los 40.
Lo importante es que ese dinero se esconda de ti misma. A ser posible, en una cuenta sin tarjeta ni acceso fácil. Dinero que no ves, dinero que no gastas.
Método 2: Los sobres (o la versión digital)
Este es para las que necesitáis ver el dinero dividido. Puedes hacerlo con sobres físicos o con subcuentas en el banco. Sería lo mismo que te contaba de los presupuestos pero de forma más visual. Como sé que te gustan los ejemplos, aquí te dejo uno:
Imaginemos que tenemos 300 € para ocio. Podríamos tener estos sobres:
Cenas: 100 €
Ropa: 100 €
Cafés y caprichos diarios: 40 €
Cultura y entretenimiento: 60 €
Y cuando se acaba, se acabó. No hay más. Es ideal para las que tendemos a dejarnos llevar por los impulsos.
¿Y lo que sobre? ¿Donde lo metemos? Porque algún céntimo deberá sobrar… Exacto: a los ahorros. Da igual que sea solo 1 € lo que haya sobrado, lo metemos a ahorros.
Método complementario: Cuenta remunerada
Pon tus ahorros a trabajar. Busca una cuenta que te dé intereses (aunque sea poco) por tener el dinero ahí. En España, algunas dan un 2% TAE. No te vas a hacer rica, pero algo es algo.
El famoso fondo de emergencia
Esto es sagrado. Antes de nada, necesitas un fondo de emergencia. ¿Cuánto? Lo ideal es tener entre 3 y 6 meses de tus ingresos mensuales netos.
¿Por qué? Porque la vida pasa: se te rompe el móvil, pierdes el trabajo, necesitas una operación dental que no cubre la SS.
Ese colchón es el que te permite vivir sin ansiedad. Saber que si mañana pasa algo, puedes afrontarlo sin entrar en modo pánico.
¿Y eso de las inversiones?
¡Ajá! Buenísima pregunta. Vamos a abrir el melón:
Yo todavía no soy ninguna experta en esto (ni siquiera he invertido aún), pero últimamente me está picando muchísimo la curiosidad. He estado investigando y, de todo lo que he encontrado, hay una cosa que me ha parecido verdaderamente interesante: los fondos indexados.
Pero antes de meternos en el meollo, vamos a entender por qué son tan importantes las inversiones.
Si tu dinero se queda quieto, pierde valor
Si dejas tu dinero aparcado en la cuenta del banco, la inflación (ese fenómeno silencioso pero constante que hace que todo suba de precio con los años) va haciendo que tu dinero valga menos. Es como si tus ahorros se fueran desinflando sin que te dieras cuenta.
Un ejemplo fácil: hace veinte años, con 100.000€ te podías comprar un pisazo. Hoy con esa misma cantidad… como no sea una cueva en la sierra, lo tienes difícil. Esa es la inflación jugando en tu contra.
Por eso, invertir se vuelve casi una necesidad. Y no, no es cosa de ricos ni de señores con americana hablando de la bolsa. Invertir, al menos en este contexto, es una forma de conseguir que tu dinero crezca con el tiempo. Que trabaje por ti mientras tú estás viviendo tu vida.
¿Y cómo se empieza sin volverse loca?
Pues una opción tan sencilla como potente son los fondos indexados.
Fondos indexados para dummies
Son fondos que no intentan adivinar qué empresa va a petarlo mañana. En vez de apostar por una sola, replican cómo se comporta una parte del mercado de forma general. Es decir: meten tu dinero en muchísimas empresas a la vez, de forma diversificada (por ejemplo, en las 500 más grandes de Estados Unidos, como hace el famoso índice S&P 500).
¿Lo mejor? Que si la economía va bien, tú también ganas. Y si no va tan bien… tranquilidad. Porque invertir va a largo plazo. El mercado se mueve en ciclos, y las subidas y bajadas son completamente normales. A corto plazo, puede parecer una montaña rusa. Pero si haces zoom out (es decir, si observas cómo se comporta el mercado en horizontes de 10, 20 o 30 años), verás que la tendencia es claramente ascendente.
¿Quieres un ejemplo visual? Venga va, aquí lo tienes:
Así va el S&P 500 en lo que llevamos de 2025. Quien invirtiera el 1 de enero probablemente esté pensando: “genial, he tirado mi dinero”. Pero no, tranquilidad. Esto no es un proceso lineal. Nadie dijo que lo fuera.
Ahora mira el mismo índice desde 2018:
Hay caídas, picos, bajones, subidones. Pero si te alejas un poco, lo ves claro: el mercado ha subido una barbaridad. Y lo ha hecho a pesar de pandemias, crisis, guerras y todas las veces que pareció que se iba a acabar el mundo.
Esa es la clave: pensar a largo plazo. Esto no es dinero que vas a usar en tres meses. Es el tipo de ahorro que probablemente no tocarás hasta que tengas muchas canas (o al menos, hasta que quieras tener un colchón bien mullidito para vivir tranquila).
¿Y cuánto necesitas para empezar?
Menos de lo que crees. Con 50€ al mes tienes de sobra. Cualquier pequeña contribución ya es más que nada. Tienes que tener en cuenta que este dinero no va a volver a tu cuenta a corto plazo, así que te tienes que dejar el colchón de emergencia siempre en líquido (disponible en cualquier momento para ser usado).
Y sobre todo, MUY IMPORTANTE: nunca inviertas en algo que no entiendas. Si no puedes explicarlo con tus palabras, como si se lo contaras a tu amiga en una terraza, mejor espera. Aunque son menos arriesgados que otros productos, siguen teniendo algo de riesgo. Hay que informarse bien sobre comisiones, fiscalidad y elegir un buen proveedor (bróker o roboadvisor). Básicamente, te he contado solo la punta del iceberg. Si te interesa más este tema, ponlo en comentarios y hago una segunda parte.
Cómo ahorrar de manera divertida
Reto de los 30 días: Día 1 ahorras 1€, día 2 ahorras 2€, así hasta el 30. Acabas con 465€ en un mes. Parece tonto, pero funciona.
Reto del gasto hormiga inverso: Cada vez que no compres ese café, mete esos 2€ en una hucha.
Reto de sobres con números: Cada semana sacas dos números al azar del 1 al 30. Lo que salga, lo ahorras.
Hazlo con amigas. Convertidlo en un juego. Poneos una meta y celebrad cuando la consigáis. Porque sí, ahorrar también puede ser un poco fiesta.
Este tema también es nuestro
Si algo quiero que te quede claro después de leer esto es que las finanzas personales no son solo cosa de hombres. No es algo aburrido, técnico o imposible. Es una herramienta para que vivas como quieres vivir.
Que no te digan que no sabes. Que no te vendan la moto de que esto no va contigo. Saber manejar tu dinero es, literalmente, poder.
¿Mi consejo? Empieza por abrir la app del banco sin miedo. Solo eso. Lo demás viene solo.
Ha sido un post muy largo y siento que me he dejado por contar mil cosas, así que si os interesa una segunda parte, me lo podéis decir.
Nada más, un abrazote.
Noe.
Celia Rubio y Natalia de Santiago son muy buenas divulgadoras del tema
Si, Noe, segunda parte… 🤓
Encantada de leerte, como siempre